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  • Jorge Corti

    No sirve poner el carro por delante del caballo
Desde el 2001 hasta el 2012, según cifras oficiales, hubo en La Argentina más de 31000 muertos por hechos de violencia, número que supera con amplitud las víctimas del Terrorismo de Estado durante la década del 70. Es evidente que hemos fracaso estrepitosamente en las políticas aplicadas y es evidente que nos seguimos equivocando
 
Una y otra vez, y lo seguimos haciendo, ponemos el carro delante del caballo, lo que en este caso podría ejemplificarse con buscar los remedios antes de hacer el diagnóstico. Cambiamos policías, agregamos policías, desnudamos las fronteras llevando a la Gendarmería y la Prefectura al Conurbano, fundamos nuevas policías, pero no estudiamos que es lo que realmente pasa, cuales son los motivos de fondo para esta explosión de violencia que sacude al país.
 
Creemos, además, con una cadencia inocente, que el problema de la inseguridad es un asunto meramente policial, sin entender que su complejidad surge de factores tan diferentes como la marginalidad social, inserta dentro del clientelismo político y su emparentamiento con las barras bravas, la laxitud judicial, la caída de la calidad educativa, la extensión del narcotráfico y la instalacíon de los carteles, todo tras el manto generalizado de una corrupción casi estructural.
 
Desde este ángulo, creer que con la suma de policías, aun suponiendo que fueran excelentes, se puede solucionar el problema de fondo, es un infantilismo. No se trata de tener más policías, más tipos de policías, más números de policías, sino de tener policías más preparados, mejor equipados, más coordinados y con salarios dignos por los que valga la pena arriesgar la vida.
 
Nada de esto es lo que se está haciendo en la provincia de Buenos Aires (ni hablar de Santa Fe, pero eso es harina de otro costal). A las policías que desde hace años se vienen superponiendo sin ningún esquema estratégico (todas son respuestas tácticas ante hechos consumados producto de la falta de inteligencia) no se les da ni preparación, ni equipamiento ni respaldo jurídico y político. 
 
Se trata de saber de qué se trata. Se debe hacer un diagnóstico certero. ¿Qué sentido tiene la creación de otra fuerza si no se implementan serios criterios de selección en la incorporación de personal, cómo una capacitación diferencial y jerarquización de la actividad, como también aplicar una visión integral de la seguridad ya que la policía si desarrolla bien su tarea necesita de un equipo interdisciplinario para solucionar los conflictos sociales y evitar males mayores?
 
Por otro lado estamos asistiendo a un show de gastos en recursos sin un plan a ejecutar‎. La semana pasada el gobernador Daniel Scioli trajo diez camionetas cuatro por cuatro para las fuerzas geselinas. ¿Sirve de algo esto sin el personal adecuado? ¿Qué sentido tiene seguir creando comisarías con más jefes y más jurisdicciones para deslindar responsabilidades,  con menos gente en la calle? La cosa debe ser al revés: tener menos efectivos en tareas burocráticas en los destacamentos y más cuadros operativos en las calles, que es dónde ocurren los delitos. Si no hay inteligencia y disuasión no hay resultados concretos.
 
Si se quieren hacer las cosas bien, a conciencia, es imprescindible saber dónde estamos parados, cuales son las falencias y dónde están los mayores focos de infección, como única forma de poder realizar un completo y útil mapa del delito. Para ello, el único camino sensato y práctico es realizar un censo poblacional que nos indique los verdaderos índices de inclusión, el estado sanitario, la composición de la estructura familiar, la calidad de vida, la real concurrencia a los colegios y por ende el número y características de chicos que pululan por la calle aptos para captarlos para el delito y la droga.
 
Allí, y recién allí, podremos saber dónde estamos parados y cuáles son las medidas adecuadas para encarar un plan de acción a corto, mediano y largo plazo, que de resultados tangibles y permanentes. ¿Alguien cree seriamente que la solución es armar a las corridas una policía comunal  con chicos y chicas –porque de eso se trata- que apenas tendrán tres meses de entrenamiento? Poco serio y poco seguro.
 
Si como ejemplo basta un botón la revista “La Tecla” publicó esta semana que en Cañuelas, aparecieron imágenes en las que se expone el estado en que se encuentra la estancia San Vicente, donde los jóvenes cursan la carrera de policía.  El lugar comenzó a ser utilizado en este año, después que, en 2013, el distrito que conduce Gustavo Arrieta adhiriese a las escuelas descentralizadas de policía que impulsa el Daniel Scioli. 
 
De ser este el camino estamos muy lejos de las soluciones.
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