Nicolás regresó de vacaciones junto a su novia y al recorrer las casas comprobó que en la vivienda de atrás la puerta de entrada tenía la cerradura rota y el marco de madera dañado. Al ingresar enseguida notó que la caja de la alarma estaba violentada y desarmada y pudo corroborar que los delincuentes que entraron violentamente a la vivienda se habían llevado una garrafa, vajilla, ollas y los canastos de mimbre de una repisa. “Menos mal que sacamos el televisor y los electrodomésticos”, comentó resignado mientras arreglaba con cola el marco de madera.
No sabe cuándo ocurrió, ya que nadie vio nada ni dio aviso. Pero no fue el único hecho perpetrado durante la ausencia de los dueños. Al propietario de la casa vecina le pasó algo similar al llegar a Mar Azul antes del fin de semana largo del 1 de mayo cuando encontró el sotano desvalijado.
Gabriel tiene un restaurante en Mar de las Pampas y cuando llegó para poder trabajar el local ese feriado comprobó que delincuentes rompieron integramente las trabas y candados del portón del subsuelo y robaron un gazebo de playa, una bomba elevadora, una bomba presurizadora, dos bicicletas de competición y herramientas.
El comerciante no hizo la denuncia de ese robo ese fin de semana porque estuvo poco tiempo y ocupado trabajando, pero sobre todo porque debió volverse a su casa de Padua antes de tiempo porque también había sido robada.