Alejandro vivió en Villa Gesell diez años. Trabajó de guardavidas durante casi dos décadas. "Cuando una persona se está ahogando, te metés al mar sin importarte nada. Tomás a la víctima, la rescatás y cuando la soltás, no sabés a quién salvaste. Lo que menos te preocupa es saber quién fue. Sólo sentís la gratificación de haber cumplido con tu trabajo", expresó. Esa gratificación fue la que sintió Juan Carlos Lombardi, quien lo rescató de los escombros de la AMIA hace hoy 25 años.
Alejandro era, por entonces, campeón argentino en triatlón en el rango de su edad, de 30 a 35 años. Había llegado a la AMIA en bicicleta desde su casa en el barrio de Mataderos. Cuando se encontró atorado en un ascensor derrumbado, sintió mucho dolor en su pierna derecha. Gritó tres veces auxilio hasta percibir el miedo de la asfixia.
"Ahora cuando me siento, mi pierna derecha se desvanece y mis músculos pierden tonicidad. Cada vez que me levanto y vuelvo a pisar me duele mucho. Ahí es donde actúa la pierna izquierda que ya de por sí está muy contracturada".
Alejandro desobedeció los consejos de su médico y desoyó la amenaza de que si no respetaba las indicaciones podía perder la pierna. Pero pudo cumplir su sueño de correr un Ironman, un triatlón de larga distancia. En abril participó por décimo tercera vez en la competencia.