La convocatoria era al intendente, pero Barrera decidió concurrir con su gabinete y sus seguidores para que lo apoyen.
Pasadas las 5 de la tarde, el horario pactado, el jefe comunal estaba en el recinto, junto a sus secretarios y algunos directores. También había vecinos de Las Praderas, militantes barreristas y un grupo de guardavidas oriundos de Partido de la Costa (que fueron traídos por el Sugara, para custodiar al director de Playa, Juan Manuel Martinez, ante un potencial escrache de parte de la Unión de Guardavidas de Villa Gesell, atento a los seis trabajadores que fueron dejados sin trabajo por cuestiones políticas/sindical).
La reunión con los concejales comenzó con el temario pautado. Pero poco se pudo explayar, entre la verborragia de Barrera, su poca capacidad oratoria y los gritos de sus seguidores, que evitaban que se le pregunte o repregunte sobre algunas cuestiones que lo incomodaban.
Quienes más hablaron fueron sus funcionarios, quienes lo salvaron, evitando que cometa un nuevo papelón, como pasó varios meses atrás, cuando no tuvo respuestas ante las consultas de los ediles. Esta vez tampoco las tuvo, pero sus colaboradores le sirvieron de salvavidas, y fueron quienes confrontaron con los concejales.
Algunos de ellos dejaron más dudas que certezas, como el secretario de Planeamiento o el contador municipal, a quien le tocó “bailar con la más fea”, ya que explicar los descalabros financieros de la administración Barrera no es tarea fácil. El secretario de Seguridad, Juan Manuel Cadenas, fue el más técnico (y menos político) a la hora de responder, quien lo hizo con contundencia.
Quien más tuvo que discutir fue el asesor Legal y Técnico, Marcelo Martinó, que se turnó entre controlar lo que en el patio pasaba entre las dos facciones de guardavidas y también con la militancia; y dar respuestas a los ediles, quienes estaban sedientos de respuestas serias.
Los concejales más confrontativos, y que intentaron ir al hueso de algunos puntos, fueron Atilio Roncoroni y Mabel Llompart, también ellos fueron los más atacados por los seguidores del intendente. Por su parte, los ediles de Cambiemos fueron más técnicos y recaudaron, la poca información que pudieron, para seguramente usarla en futuros debates, después de todo, el encuentro tenía carácter informativo y no interpelativo.
Los guardavidas tuvieron su reunión paralela. A las 5 de la tarde, al llegar los representantes de la Unión, se encontraron que Sugara había copado la parada. Es que el sindicato allegado a Barrera trajo guardavidas del Partido de la Costa (en Gesell tienen muy pocos afiliados), con el fin de “proteger” al director de Playa, el funcionario más repudiado por los guardavidas geselinos. Fueron horas tensas, entre las dos facciones. Estaban los que luchan por los derechos de los trabajadores y aquellos que arreglan con el gobierno municipal. Pero, al momento de que los concejales trataran detalles del presupuesto, se dio el pie para que se hable de los guardavidas, y ahí el secretario de la Union aprovechó para reclamar por los despidos y la falta de dialogo. Barrera no dijo ni “mu”. Pero el doctor Martinó si prometió dialogar con el gremio mayoritario, mientras el Manteca Martinez se escondía detrás de otros funcionarios y no dar la cara ante los reclamos que le hacían a su jefe político los trabajadores del sector que tiene a su cargo.
Sobre el final, tal vez la parte más jugosa. Precisiones sobre presupuesto y obras.
Cinco horas de reunión, pocas definiciones, muchos gritos y aplausos, para un concejo que desbordó de barrerismo.
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