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  • Editorial

    Juan Martín Fernández

    La opinión pública

La opinión pública está directamente relacionada con un conjunto de actitudes, ideas y sentimientos compartidos por la mayor parte de los miembros de una comunidad y que además pueden ser expresados públicamente.
El concepto de opinión pública necesitó de determinadas condiciones históricas para que pudiera ser pensado, entre ellas, el surgimiento de la democracia en 1983 y la masificación de las comunicaciones en esta última etapa donde la globalización y la fuerte presencia de los medios hizo de estos referentes sociales indiscutidos de las sociedades que además inciden decididamente en la opinión pública.
En este contexto, un portal de noticias no tiene que necesariamente ser referente de sus clientes, sino de sus lectores: cuando un medio periodístico hace clientelismo periodístico, hipoteca su credibilidad. Además, debe analizar en qué grado se prepara para ser creíble y decidir si tiene un sistema de control que le garantice precisión y calidad. La opinión publica de un país, o de una ciudad como Villa Gesell , puede ser entonces considerada como la opinión mayoritaria que un determinado grupo de personas tiene cerca de alguna cuestión en particular (en términos periodísticos puede ser descrita como la opinión que refleja lo que un país o una ciudad piensa sobre un tema especifico).
También es válida la teoría de aquellos que sostienen que existe un corolario de la visión pesimista sobre la opinión pública. Para estos analistas, las instituciones representan el freno a una opinión pública desbocada. Esta noción puede malograr las buenas intenciones de quienes hoy se encuentran en la necesaria tarea de construir nuevos espacios de discusión.
Para ello, es primordial reconocer las limitaciones de la opinión pública emocional y nuestra interpretación subjetiva de lo que significa; y desarrollar otro tipo de opinión
pública basada en un intercambio racional y deliberado de opiniones. Este es un tipo de opinión pública que puede emergen solamente escuchando otros puntos de vista como humildad intelectual, sobreviviendo el choque de valoraciones opuestas, y manejando con respeto nuestras diferencias.
Por otra parte, el liderazgo político en el poder y los que aspiran a serlo, se mueven es sus designios independientemente del malestar general. No podemos confiar en la variabilidad de la opinión pública ni en las promesas acomodadas del liderazgo político. ¿Hay algo que se puede hacer para cambiar esta situación? Sabemos que una democracia pude funcionar en forma confiable, efectiva y mucho menos corrupta, y sabemos que es posible crear y mantener este tipo de democracia sí usamos sabiamente el recurso más fundamental que poseemos: nuestra libertad de pensamiento y acción.
Si por el contrario se adopta una visión cercana a la realidad y empíricamente fundada en la opinión pública entonces veremos que más que nuevos espejos de agua lo que se necesita son nuevos y mejores puente de comunicación. Por ser estable, predecible, y racional, la opinión pública provee a los gobernantes y dirigentes criterios genéricos que éstos deben considerar al momento de tomar decisiones. La opinión pública no prescribe cursos de acción pero sí delimita el campo de acción política.

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