Cómo era su pueblo natal?
-Yo nací en el Rancho El Ñato, un paraje en el Chaco salteño con cuatro casas de criollos y unas cuantas de nativos, otros ranchos, con techo de adobe. Ahora hay 19 casas de material para los nativos y criollos también, porque está la Nación, hemos hecho una gestión grande ahí.
En sus orígenes, trabajó como chofer recorriendo diferentes rutas del país. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Fui chofer de ómnibus y también de camiones. Viajaba por la ruta 16, que era un desastre; hacía viajes a Resistencia, y otros más largos a Buenos Aires; también anduve por la ruta 34, que no era fácil de andar. Hoy, por suerte, la mayoría de las rutas están bastante bien.
¿Qué fue lo que más lo impresionó al llegar por primera vez a Buenos Aires?
-Conocí Buenos Aires cuando tenía 18 años. Lo que más me impresionó fue la entrada por la Panamericana. Le teníamos miedo, no era fácil entrar a ese monstruo que ya era Buenos Aires y uno no conocía. Hasta hoy, su arquitectura me vuelve loco. Me gustaba visitar los monumentos históricos, el Obelisco, el Cabildo, la Casa de Gobierno.
¿Tiene algún objeto que lleve siempre consigo cuando sale de viaje?
-Siempre llevo alguna estampita de la Virgen y una foto de Eva Perón.
¿Un pueblito al que le guste volver de la Argentina?
-Por supuesto, al Ñato siempre vuelvo. De hecho, hacemos festivales y todo eso. Pero la Argentina tiene tantos lugares. Tengo la suerte de recorrer el país, y puedo decir que hay gente buena en todas partes, podría vivir en cualquier lado, no hay una provincia que no tenga un lugar lindo. También me gusta mucho el mar, el agua me tranquiliza. Siempre he ido a Villa Gesell.
-Ahora que lo conoce todo el mundo, no lo dejarán descansar en Villa Gesell.
Y... te imaginás, yo en pantalones cortos y mostrando mi panza, confundo un poco. Sin la ropa de gaucho, paso bastante inadvertido. Por ahí agarro una bicicleta, me pongo la gorra, los lentes y salgo a pedalear.
¿Cuál es su comida salteña favorita?
-Salta tiene de todo: el buen vino, las empanadas, los tamales, el gauchaje, la hospitalidad de la gente, las guitarreadas, las mujeres, de todo. Los cerros y los dos valles, uno donde yo vivo, el Valle Chico o Valle de Lerma, y el Valle Grande que es el Valle Calchaquí. Y después está el Chaco Salteño, donde yo nací, al nivel del mar.
¿Un buen tema suyo para escuchar en la ruta?
-Los temas con mucho sentimiento son los que llegan. También los que tienen ritmo, tienen alegría. Podría ser "El amor salvaje" o "La ley y la trampa", hay muchos dentro del repertorio mío.
¿Un día de vacaciones perfecto?
-Saldría con amigos a hacer una cabalgata y les dedicaría todo el tiempo sin estar pendiente del teléfono y todo lo demás. Haríamos una parada para disfrutar de un asado y una guitarreada, ahí con el gauchaje. La otra sería levantarnos temprano, agarrar una lancha y meternos río adentro a pescar. Después cocinaría el pescado ahí a la orilla del río, con sal y limón. Encendería una fogatita, comeríamos tranquilamente, también haríamos una guitarreada. Y ya cuando estemos con un tinto o algo arriba -o casi arriba, no perdidos-, ahí nomás me gustaría tener un colchón para dormir hasta el amanecer, con el sol que me dé en la cara y me despierte.
¿Algún olvido importante?
-Hace tiempo, por el año 98, cuando todavía tenía un solo sombrero, estábamos grabando y parábamos en un departamento que nos prestaba la empresa discográfica, en el barrio de Belgrano. Teníamos que salir un día viernes a cantar a un teatro de Lomas. Nos fuimos en los vehículos y cuando llevábamos ya un buen rato de viaje, uno de los vagos me dice que se había olvidado el guitarrón con el que tocaba. Yo le digo: "Bueno, te presto mi guitarra y hacé algo ahí". Más adelante dice el del bandoneón: "Uh, me he olvidado la chaqueta para completar el traje de gaucho". Y yo le dije: "Bueno, te doy la mía, no hay problema, me arremango y voy para adelante". Y así, lo que nos olvidábamos, lo íbamos solucionando en el camino. Cuando llegamos al teatro, nos bajamos, ya faltaba media hora para la función, y me veo en un afiche grande en la vidriera del teatro con mi sombrero. Ahí empiezo a buscarlo y no estaba por ninguna parte. Me lo había olvidado también. Así que el representante tomó la gran decisión de ir a buscar todas las cosas que nos habíamos olvidado en el departamento. La función se retrasó un poquito, pero nos presentamos con el sombrero, el guitarrón y la chaqueta. Ya estábamos muy incompletos y no me iban a creer que era "el Chaqueño".
Más data: El próximo 18 de diciembre presenta Recordando ayeres, recital que repasa su carrera a través de cada uno de sus trabajos discográficos. Además presentará su nuevo disco de estudio Pa' mi gente. En el Teatro Gran Rex, Av. Corrientes 857
