Las PASO están horas de llegar y desde que comenzó la veda, las fuerzas políticas intensificaron el trabajo en un tema que ya lo venían haciendo desde hace semanas, pero ahora aceitan una ingeniería minuciosa.
Es la que deberá realizar una de las tareas más importantes: cuidar cada voto que se deposite en las urnas, fiscalizando que el resultado de las elecciones sea la expresión de los ciudadanos.
La organización contempla un gasto económico inmenso, que incluye los viáticos, los útiles y la alimentación de los fiscales de cada espacio.
Según las autoridades electorales, el próximo domingo 13 se abrirán en Villa Gesell 101 mesas en 15 colegios, a los que deberán concurrir más de 35 mil votantes.
Una estimación calculó que cada precandidato podría necesitar entre 101 y 120 voluntarios entre fiscales, fiscales generales y autoridades de escuelas, para evitar el ya tradicional “robo de boletas” y otras trampas.
En el caso de las dos principales alianzas, Unión por la Patria y Juntos por el Cambio, se suma que tendrán interna, por lo que no podrían compartir fiscales.
Conseguir una fiscalización total, en cada mesa, totalmente voluntaria, es utópico en nuestra ciudad. Las fuerzas políticas locales que quieran tener mayor o total presencia en cada urna, tendrán que “pagar”. Extraoficialmente se habla que el día de fiscalización se podría llegar a pagar entre 5 y 10 mil pesos, más las viandas. Nadie lo confirma, nadie lo niega.
Estamos hablando que si toda la fiscalización es paga, alcanzarían cifras millonarias. Para ayudar, las fuerzas políticas provinciales han enviado fondos a sus representantes locales para colaborar con la fiscalización; no solo lo hacen para “ayudar” a los precandidatos locales, sino para invertir en el cuidado de sus propios votos.
Pensar que esos gastos, más los de impresión de boleta, podrían evitarse con la aplicación de la “boleta única de papel”. Tal vez, algún día, lo entiendan.