La compleja situación económica y social que atraviesa la Argentina, en combinación con las políticas implementadas por el gobierno de Javier Milei, ha sumido a los comedores y merenderos de Mar del Plata y Batán en una profunda y delicada crisis que se traslada directamente a la gente de que depende de ellos para comer.
Desde hace al menos dos meses, se paralizó por completo la entrega de alimentos, lo que ha condujo al cierre de varios de estos espacios barriales, mientras que otros solo logran abrir uno o dos días por semana y, en simultáneo, la demanda crece diariamente en forma alarmante.
En General Pueyrredon hay más de 300 comedores y merenderos, un sostén vital en los barrios con condiciones de vida más precarias. En todos, actualmente, hay familias en lista de espera. La alimentación diaria de miles de personas depende de lo que allí se cocina. En los últimos dos meses se cortó el envío de alimentos, pero cada vez concurre más gente, incluso trabajadores formales a quienes ya no les alcanza y, a su vez, muchos adultos mayores, que también piden medicamentos.
Se agrava día a día
La falta de alimentos no es el único problema que enfrentan estos espacios comunitarios. La situación se agrava con la inflación y la falta de respuestas concretas por parte de las autoridades municipales y nacionales. Los sueldos estancados y el aumento de los servicios básicos hacen que muchas familias dependan exclusivamente de los comedores y merenderos para poder alimentarse.
La incertidumbre y la angustia son palpables entre las personas que acuden en busca de ayuda. La preocupación crece entre quienes están a cargo de estos lugares, ya que no pueden dar respuesta a todas las familias que se acercan en busca de ayuda.