Antonio Espasa es de la ciudad de Pilar. Alcanzará este verano los 46 años trabajando en la costa, más precisamente en Villa Gesell .
Reconocido por su clientela y con cientos de kilómetros caminados, el pilarense analizó el contexto socioeconómico y se mostró optimista para los próximos meses.
Llegó el pasado 8 de diciembre a las playas geselinas. Comentó que fue un mes “bastante flojo”. Sin embargo, luego del último fin de semana se podría decir que la temporada está “tomando color”. Pues, según su apreciación, empezaron a llegar más turistas, pero las ventas no han aumentado. “Tenemos expectativas. Gesell se termina de completar después del 6 de enero. Sabemos que no va a ser una temporada mala, pero tampoco muy buena”, reveló.
“Los precios son muy diferentes. Desde el colectivo, hasta tomarte un café o comprar azúcar, en Villa Gesell en muchos casos es el doble todo. Suele venir un público de buen nivel en el aspecto monetario, pero las ventas siguen estando flojas… Aquellas personas que tengan la posibilidad de traerse algo no perecedero, sabemos que lo hacen porque es una ayudita. Después también lo vemos a la noche cuando salen a comer, que consultan mucho los precios”, indicó Espasa.
“La mayoría de los pibes que venían dejaron de venir. Después de lo que sucedió con Fernando Báez Sosa (asesinado por un grupo de jóvenes en la vereda de un boliche), la policía se puso muy dura, demasiado diría yo”.
Sobre esto, amplió: “Se pasó de mucho tiempo de hacer poco y nada a realmente cercar toda la playa, revisar que no se tomara alcohol, les hacían abrir hasta los termos, no los dejaban escuchar música y bueno, los pibes son pibes, no van a tener vacaciones ‘de viejos’ y se fueron más a la zona de Pinamar o Mar del Plata’’, explicò Antonio.
Espasa tiene en Villa Gesell su segundo hogar. Con tantos años, el primer churrero geselino estaba decidido a “jubilarse” en la temporada número 40. La canasta y el sol comenzaban a pesar un poco más, el cuerpo no es el mismo. Se fue en 2020, mudando sus cosas y despidiéndose del lugar. Sin embargo, su amor y pasión fue mucho más fuerte y sumó otros años más de experiencias vividas a su currículum.
“Al otro año no pude con mi genio y acá estoy. Pero prometo una cosa, en la número 50 me retiro. Sé que me van a extrañar (risas)… Esto es parte de mi vida, vengo atendiendo como mínimo tres generaciones, vienen mamás con chicos y le dicen ‘tu abuela, cuando yo tenía tu edad, le compraba los churros a Antonio’. Uno acá se siente tranquilo, se siente feliz, en su salsa. Esto me apasiona, Villa Gesell desde el año 1979 me cautivó. Vine en aquel momento y nunca más falté, llevó 46 temporadas consecutivas. Así que estoy seguro de que, aunque me retire, lo vamos a seguir eligiendo”.