Corre el mes de abril del 2014. Una mañana una de las voluntarias de Provida llega al predio. Comienza a recorrer los caniles, hasta que una escena la paraliza. Era uno de los perros que había sido rescatado por el refugio. No estaba ladrando. No estaba durmiendo. No estaba en su canil; estaba muerto. Al llegar más integrantes de la institución observaron que el perro no había muerto naturalmente. Eso lo demostraba un corte en la zona del abdomen. El observar que se le habían retirado parte de sus órganos terminó provocar una escalofriante cesación entre los presentes. Una vez salidos del shock del hallazgo, los voluntarios realizaron la denuncia. Sin encontraron un motivo, una situación razonable para semejante accionar, los integrantes de Provida siguieron atendiendo a los perros que tienen a su cuidado. El terrible episodio provocó que personal policial y de la Patrulla Municipal custodie el predio durante las noches siguientes. El correr de los días hizo que lo ocurrido vaya quedando en el pasado. Las guardias policiales mermaron, confiando que la cámara de seguridad que está en las inmediaciones evitaría que alguien se atreva a entrar. Pero volvió a suceder. otro perro. Otra mutilización. Otro cadáver sin alguno de sus órganos. Calcado proceder. Sin sangre alrededor. Lo que hizo empezar a pensar que los animales eran sacrificados fuera de Provida y vueltos a dejar de donde eran tomados. Las filmaciones no mostraban más que sombras. La necesidad de más cámaras urgía; sobre todo después de que los hechos se repitan tres veces más. En todas las oportunidades los protagonistas de tan aberrantes hechos entraban y salían por donde no eran captados, cuando no había custodia, ni nada que los descubriera. Eso hizo suponer que quienes estaban detrás de esto conocían el lugar.
Con el llegar de la temporada la custodia dejó de estar todas las noches, lo que hizo que se registren más hechos. Todos identicos. Corte en el amdomen del lado izquierdo; falta de órganos y la falta de marcas de sangre en el lugar, lo que haría deducir que las mutilaciones ocurría en otro lugar y luego -sin vida- eran devueltos. Mientras ocurrian y se investigaban los maquiabelicos episodios, se empezaron a manejar hipotesis. Una de ellas presumia que el autor viviera cerca del predio, ya que conocia los movimientos y realizaba todo en una sola noche. La otra hipótesis es más mística y negra. La magia Umbanda o la magia roja fueron algunas de las pistas que siguieron los investigadores que se interiorizaron en el caso. Aunque nunca llegaron a nada concreto sobre esa hipótesis, si pudieron descubrir que existen en Villa Gesell adeptos a esas creencias.
En el mes de febrero los casos llegaban a 10. Por esos hace unos dias se instalaron 16 cámaras de seguridad que vigilan lo que sucede en los caniles. Todas fueron conectadas a la sala de monitoreo municipal.
Desde que el esfuerzo de Provida -que con la recaudación de las donaciones adquirió las cámaras- se materializó, no se registraron más episodios que terminaran con la muerte de los animales.
El misterio sigue rondando en la institución .Y el protagonista de las diez muertes ronda por ahi.
