Cuando se cumplió una semana del trágico asesinato de Cynthia Filippone, por primera vez habló algún familiar directo de la víctima. Fue su hermano. Luis Filippone, tomó la decisión de hablar con cada uno de los medios que buscaban conocer la opinión de los allegados de la víctima, sobre la causa, los detenidos y el estado de la familia. Él, además de responder cada una de las inquietudes, tenía algo más que comunicar. Era la convocatoria a una marcha. Una marcha que no tenía como fin principal presionar a la justicia, ni a las autoridades políticas, ni tampoco a la policía. Una marcha no tenía espíritu de rencor, ni siquiera contra los detenidos por el caso. Sino, que el hermano de la mujer asesinada, quería que este caso sirva para que la comunidad se exprese. Exprese el miedo que le provocaba vivir en una sociedad que se había tornado tan violenta, que arrojó cinco asesinatos-en distintas circunstancias- en los últimos 5 meses. 

Finalmente esa marcha se llevó a cabo. Fue hoy, sábado, en horas de la tarde. Tal como lo había solicitado Luis Filippone comenzó a reunirse en la plaza Carlos Gesell a las 15 horas. Media hora más tarde, la gente tomó la calle, y de paseo 111, por la avenida 3, comenzó a marchar. Sin banderías políticas, sin violencia, sin insultos, sin reproches, los vecinos comenzaron a caminar solo haciendo sentir sus palmas. Al pasar por la puerta del municipio, los vecinos que acudieron a la convocatoria, observaron a dos efectivas policiales en la puerta. Allí no pasó nada. Nada de nada. Ni un solo reproche en la puerta de la autoridad máxima de la política local. Tal como lo habia solicitado el hermano de Cynthia. Al arribar a la plaza Primera Junta, se cree que la marcha estaba conformada por mil personas. Despacio, como reflexionando en la sociedad en que vivimos, la gente se fue parando frente al escenario. Desde abajo, rodeado por su familia y más allegados, todos vistiendo una remera con la cara de Cynthia, Luis habló a la multitud. En esas palabras, agradeció la respuesta a su convocatoria, pero volvió a remarcar que no lo hacía por el caso de su hermana, sino por toda la comunidad. Dentro de sus palabras, solicitó los vecinos se unan en una asamblea para hablar del tema seguridad y volvió a agradecer la respuesta de la sociedad, como intentando hacerles ver a cada uno de los presentes el éxito de la participación ciudadana. Por último, quien tomó la palabra fue el cura párroco de la ciudad, Eduardo Torres, quien con su presencia legitimó la expresión ciudadana y lanzó un fuerte mensaje. “hoy somos muchos, pero tendría que estar toda la sociedad aquí”, disparó el representante de la iglesia geselina. Luego de ello, vecinos comenzaron a saludar a Luis, expresarles palabras de apoyo, y retirarse de la plaza, tal vez, con la sensación que con solo caminar algunas cuadras hicieron algo para que la comunidad empiece a pensar  por que camino vamos.