Recientemente en el marco de un juicio oral realizado en el Juzgado Correccional nº 2 de Dolores su titular condenó a un ex comisario, juzgado por vejaciones cuando se encontraba a cargo de la Comisaría 4ta. de Villa Gesell.
El fallo, al cual Diario Compromiso de Dolores tuvo acceso, señala sobre el hecho materia de juzgamiento, que en horas de la mañana del 20 de febrero de 2019 en una oficina de la Comisaria 4ta. Villa Gesell, Roberto Héctor Ferreyra, titular de la dependencia y en pleno ejercicio de sus funciones aplicó severidades y vejaciones a una mujer aprehendida, consistiendo estas en golpes en todo el cuerpo a mano abierta y cerrada, agarrarla de los pelos y tirarla al suelo mientras le manifestaba entre otras cosas: «Esta es mi casa, yo soy el Comisario, yo soy el que manda acá». Que ese accionar provocó en la mujer hematomas en muslo izquierdo, en rodilla derecha, brazo izquierdo, cefalohematoma en cuero cabelludo, y hematoma malar derecho, lesiones que fueran calificadas como de carácter leves.
La víctima señaló en su denuncia haber salido de un boliche a cargar nafta junto a su hermano y otros chicos, siendo en esas circunstancias interceptados por la policía en un operativo y trasladados a la sede de la Comisaria IV, donde ella había sido ingresada de los pelos e introducida en un cuarto donde sucedieron los hechos. Dijo haberse encontrado algo alcoholizada, y que al regresar de que se le hiciera el precario médico había sido cuando comenzó la golpiza mientras le señalaban el nombre de un hermano.
Una mujer policía que prestaba servicio en la Comisaría dijo en el juicio, que el imputado era una persona violenta, cambiante y agresiva, haber visto que en la oficina donde sucedieron los hechos estaba todo “hecho un desastre, papeles y la silla en el piso, el piso mojado y olor a pis”, puntualizando haber advertido que la aprehendida tenía la cara colorada, el pelo para adelante, los ojos hinchados por llorar, como que le habían pegado. Señaló también, que por haber declarado en la investigación señalándolo, la habían trasladado y comenzado recibir mensajes tratándola de buchona y diciéndole que se cuidara.
Un efectivo que prestaba también servicio en esa sede policial, al ser preguntado sobre el procesado dijo que era agresivo, con una personalidad complicada.
Un oficial que había intervenido en el procedimiento de interceptación del vehículo, dijo que este estaba realizando maniobras peligrosas, que habían realizado la prueba de alcoholemia y que como se mostraban hostiles los habían trasladado a la Comisaría.
Por su parte personal que estaba en la Dependencia al declarar, dijo no haber visto o no recordar detalles de lo sucedido, aunque coincidieron en decir que los aprehendidos estaban todos alcoholizados, que la mujer estaba mojada, descalza y “haciendo quilombo”.
La profesional médica que verificó el estado de la víctima, señaló que presentaba trauma en órbita, una pequeña hemorragia en la conjuntiva con fondo de ojo normal, haber solicitado una radiografía de cráneo y antinflamatorios para que se diluyera la hemorragia. Y que al preguntarle sobre que le había sucedido había dicho, «que la había perseguido el comisario», lo que ella había registrado entre comillas, pero sin efectuar denuncia.
El imputado dio su propia versión de los hechos negando la acusación, incorporando la defensa un video que mostraba a la mujer en perfectas condiciones en el interior de la oficina, precisando el Juez al respecto, que advertía que el mismo no guardaba relación con lo reflejado en el juicio, ya que la totalidad de los efectivos que declararon en la audiencia habían sido contestes en referir que la mujer estaba mojada, despeinada y orinada.
El Defensor pidió la absolución de su asistido argumentando que la mujer había hecho una denuncia falsa, o al menos había exagerado o desvirtuado los hechos para crear un conflicto penal, con animosidad por los inconvenientes de su defendido con los hermanos de aquella.
Sin embargo, para el Magistrado la materialidad ilícita estaba acreditada no sólo por la denuncia, sino por los testimonios de los efectivos policiales y por los informes realizados por un médico traumatólogo y una médica oftalmóloga.
Respecto de testimonio de la víctima precisó que era verosímil, coherente y concatenado, procurando solamente justicia por el hecho del cual había sido víctima en oportunidad de ser aprehendida por la presunta comisión de una infracción de tránsito y de una contravención, señalando enfáticamente al titular de la Dependencia policial como el agresor.
Por todo ello el titular del Juzgado resolvió condenar a Roberto Héctor Ferreyra, de 51 años de edad, policía, nacido en San Clemente del Tuyú y con domicilio en Gral. Lavalle, por resultar penalmente responsable del delito de «Vejaciones en acto de servicio«, imponiéndole “Dos años de prisión de ejecución condicional” e inhabilitación especial para ocupar cargos públicos en fuerzas de seguridad por el doble de tiempo de la condena.