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Política

HOY | Barrera cumple un año

31-05-2015 (31.03.2015) El 31 de marzo de 2014 asumió como intendente. Desde ese momento hizo de todo para despegarse de la imagen negativa de la gestión Erneta. Nunca pudo completar el gabinete municipal, con renuncias de funcionarios que el mismo había puesto, que terminaron en escándalo. Tuvo pico de adhesiones cuando enfrentó al empresario Gustavo Pereyra. Pero luego, su imagen cayó al verse envuelto en distintos conflictos. No tiene concejales que le respondan. Enfrentado con el PJ, evalúa si se postulará a un nuevo mandato.
El 17 de febrero de 2014 El Nuevo Geselino fue el primer medio de Villa Gesell en dar a conocer que el por entonces intendente Rodriguez Erneta dejaría su cargo, para sumarse al equipo de trabajo del ministro del Interior, Florencio Randazzo.  A partir de ese momento, la figura del -hasta entonces ignoto- Gustavo Barrera, comenzaba a crecer con el mote de “títere de Erneta”.
Recién el 19 de marzo de ese año, Erneta confirmó -lo que había adelantado un mes ante  este periódico- que dejaba el cargo. Él intentó pedir licencia, pero la oposición no se la aceptó; por lo que tuvo que renunciar para poder huir de su gestión y plegarse a la imagen de Randazzo.
A solo 48 horas antes de asumir como intendente, Barrera se reunió con Erneta. Había llegado de sus vacaciones en Brasil y se preparaba para ocupar el cargo más importante de la política local. Nunca lo buscó… le tocó. En esa reunión Barrera le dijo -a casi todo- que “sí” al “oso”. Hubo una sola cosa que le planteó el futuro intendente al renunciante jefe comunal: la salida de Tavarone de la Secretaria de Gobierno. Erneta no se opuso a ese cambió, al contrario, hasta llegó a aconsejarlo de quien debía ser – y quien no debía ser- el próximo “Tavarone”.
En el medio del 31 de marzo, ambos firmaron el acto de traspaso. Rodeado del “ernetismo más puro” Barrera era el nuevo intendente. 
A 24 horas de asumir, el flamante intendente comenzó a despegarse de su mentor político. Echó a Tavarone, quien no quiso poner su renuncia a disposición de quien había sido su “hombre clave” en el HCD. Ese mismo día, el primero en que Barrera se sentó en el sillón del segundo piso, de avenida 3 nº 820, tuvo que inaugurar el periodo ordinario del HCD, el cual presidió durante varios años y que el periodo anterior paralizó durante 7 meses (no permitió que sesione, dejando sin actividad legislativa durante casi todo 2013).
Al principio, solo las primeras semanas, mantuvo dialogo con los concejales. Consiguió que le concedan un fuerte aumento de tasas. Luego Barrera decidió terminar la relación con los concejales y tomar la misma posición que tenía Erneta para con los ediles: cero dialogo. 
El 7 de abril el contador Gustavo Ciriaco se convirtió en el “súper funcionario”. El contador que venía desempeñándose como secretario de Hacienda sumó el cargo de Secretario de Gobierno. Ese mismo día renunció a su cargo el secretario de Salud, Fabian Brandolino, un funcionario “fantasma”, que nunca se lo había visto trabajar durante la gestión Erneta, aunque si cobraba religiosamente su sueldo. 
Barrera convocó a Atilio Roncoroni con asesor Legal del municipio. El abogado venía desempeñándose como concejal, por lo que pidió licencia y se sumó al equipo del intendente. Aunque duraría poco. 
El intendente quiso dar un golpe de efecto ante la ciudadanía y despegarse lo más posible de la forma de gobernar que tenía su antecesor. Comenzó a reunirse con vecinos e instituciones y reconoció la ola de inseguridad que reinaba en Gesell. Además, anunció un aumento para los empleados municipales, donde levemente dejó las primeras críticas a Erneta; algo que fue recriminado por el PJ local. Además, anunció que rompería los contratos con las empresas emblemas de la administración de su antecesor. 
Duró poco la transparencia de Barrera. El 7 de mayo los concejales denunciaban que no tenían acceso a la información respaladatoria de la rendición de cuentas 2013. ¿Qué pasó? Barrera le mandó la información a Acebal y no a quienes la requerían: los concejales de la UCR.  Quedaba claro que el nuevo intendente iba a “tapar” al viejo intendente.
El 29 de mayo, a dos meses de haber asumido como alcalde, sacó licencia y se fue  de vacaciones. Durante 15 días Barrera se fue al exterior, quedando como intendente interino Fernando Acebal. El presidente de la bancada del FPV le marcó la cancha al intendente oficial, mientras ocupó su cargo. Hasta le decretó que el presupuesto 2015 tenía que ser participativo (algo que Barrera nunca cumplió, a pesar de que era ley). Otro tema que le dejó candente fue la relación con los asentamientos y la posibilidad de colocar semáforos. Al regresar Barrera desoyó todo lo hecho por Acebal.
El intendente hizo un anuncio “rimbombante”: terminar las viviendas del Plan Federal que dejó inconclusas Erneta. (Al día de hoy nunca lo hizo). La primera promesa incumplida de la administración Barrera. Algo parecido hizo con el “Materno Infantil”, nunca lo terminó.
En el segundo semestre de 2014 comenzaron los conflictos.  El primero que se le desató fue con su propio partido político. El PJ Villa Gesell –en primera instancia- se alejó, y –más tarde-enfrentó a Barrera. El puntapié de ese enfrentamiento fue la “limpieza” que hizo el intendente en su gabinete. “Borró” a funcionarios peronistas que son del “riñón” de Erneta. Esa “traición” al peronismo no tuvo retorno hasta el día de hoy. 
La renuncia del doctor Juan Chamorro a la Dirección del Hospital fue una acción que profundizó el enfrentamiento entre Barrera y el PJ. Ni hablar de la expulsión de Walter Fonte de la Secretaria de Turismo. Barrera lo echó de ese cargo, pero le dio un cargo de empleado municipal raso. Lo convirtió casi en un “ñoqui”.
Ante tanta critica y conflicto con el peronismo, Barrera se creó su propio PJ. Reflotó al PJ Histórico.  Los militantes que peinan canas le armaron un caparazón al intendente, que cada vez se alejaba más de la fuerza política que lo llevó al poder.
La interna dentro del PJ, entre el naciente “barrerismo” y el decadente “ernetismo”, tuvo un episodio repudiable. Aunque nadie se hizo cargo de la acción, desde el núcleo del intendente aseguraron que las pintadas con la leyenda “Chau Barrera” -que aparecieron en el estudio de abogacía del jefe comunal en la avenida Buenos Aires- respondían a la disputa “pejotista”.
En medio del ataque del PJ, Barrera consiguió secretario de Gobierno. El joven escribano Roberto Taboada, hijo del ex intendente, se sumaba al gabinete. 
Mientras tanto, Barrera empezaba a tener problemas por las dos concesiones más importantes que tiene el municipio: Servicio de ómnibus y servicio de recolección de residuos. Ambos en manos del empresario Gustavo Pereyra. Con relación a Ecoplata, se le reclamaba aumento por mayores costos, los cuales no se le reconoce desde 2012. Por el lado de El Ultimo Querandi se le pedía el armado del pliego para la licitación del servicio para los próximos 10 años. A tal punto llegó la indiferencia de Barrera con ambos reclamos, que el servicio de ómnibus llegó a hacer un paro de actividades por una semana y un fuerte reclamo en la puerta del municipio con quema de gomas incluidas. Ecoplata fue a la justicia y allí planteó la situación. El enfrentamiento con el empresario Gustavo Pereyra hizo que el intendente gane adhesiones. Tener enfrente a uno de “los poderosos” de la ciudad, hizo que su imagen crezca, mientras que objetivamente, ante los reclamos, no tomó ninguna posición y dilató todo lo más que pudo la licitación, al punto que hoy, seis meses después, no la adjudicó. 
El emprendimiento inmobiliario El Salvaje también fue una bisagra en su primer año de mandato. Increíblemente, Barrera envió el proyecto de ordenanza al HCD para que sea aprobado. Pero una vez que consiguió el acompañamiento de los concejales, él la vetó. Un vetó que no concordaba con los artículos de la ordenanza sancionada. Un mamarracho jurídico, pero que le sirvió para ganarse el apoyo incondicional de los ambientalistas de Villa Gesell. 
A tal punto llegó el “cerramiento” de Barrera que vetó la creación del Ente Municipal de Turismo. Ese organismo que venía a sumar a las políticas turísticas, terminó en la Suprema Corte de Justicia. Si, si… en la Suprema Corte de Justicia. Medida inentendible, si se tiene en cuenta que el intendente cuando asumió quería demostrarse diferente a Erneta. En esa ocasión actuó igual de autoritario. 
Otra de las “herencias” que le dejó Erneta fue el juicio por las garitas. Ante un inminente revés judicial, que obligaría al municipio a derribar los refugios, Barrera se adelantó y  tomó la decisión de hacerlo por motus propio. Esa decisión hizo que contradiga a su asesor legal (Roncoroni) y a su secretario de Planeamiento (Castellani); ambos defendían que las garitas eran seguras.  Esa “movida” política, con el fin de sumar imagen positiva en la sociedad, hizo que –por un lado- Castellani deje el gobierno, después de no presentarse en una interpelación pedida por los concejales. Por otro lado, Atilio Roncoroni empezaba a notar diferencias con el jefe comunal. 
La falta de definiciones y las críticas constantes hicieron que Barrera sufra una baja en las adhesiones. Ya la imagen positiva no era la que tenía cuando se enfrentó a Pereyra. Hacia fines del 2014, el intendente demostró su alineación con Scioli. Eso no le sumó. Lo terminó enfrentando al PJ local, comandado por Erneta, hombre de Randazzo. 
Para final del año 2014, Barrera tenía dos temas por resolver: El presupuesto para el ejercicio siguiente y la ejecución de  la obra más importante de la historia de Villa Gesell.
Por el lado del cálculo de recursos para el 2015, el intendente envió (fuera de término) un presupuesto que contemplaba un aumento de tasas del 25%. Los concejales le pidieron a Barrera información respaldatoria para poder aprobarle el presupuesto. Barrera tardó casi 3 meses en enviarla, cuando ya el 2015 transitaba su tercer mes. Lo más llamativo fue que mandó la lista de empleados municipales, sin nombres, ni número de legajos, ni área de trabajo. Un claro encubrimiento, consensuado con el Sindicato Municipal, a la información pública. Hasta el día de hoy, Barrera gobierna sin el presupuesto aprobado.
La obra energética  por 241 millones de pesos, fue el anuncio más importante que hizo. Acompañado por Cevige Barrera se metía en la obra más importante en la historia de Villa Gesell. Pero, el jefe comunal- por estas horas- vive una “guerra sin cuartel” con la cooperativa.  Y su falta de decisión hace que peligre su ejecución.  ¡Increíble!. 
El 1 de enero de 2015, le explotó un conflicto importante. Barrera echó a 30 empleados municipales, notificándolos el 31 de diciembre. Esto hizo que sea repudiado por distintos sectores políticos. El manso Sindicato Municipal, el cual mantiene una relación casi “carnal” con el intendente, no salió a defender a los cesanteados fervientemente.  Finalmente, Barrera habría vuelto atrás con la decisión, aunque nunca quedó claro a cuantos volvió a contratar. 
Su asesor legal, el que él había llevado, renunció. Atilio Roncoroni dejó el gabinete de Barrera y volvió a su banca de concejal, desde donde más tarde largaría su candidatura a intendente por el Frente Renovador. 
Su secretario de Gobierno, Robertito Taboada, comenzó a ser centro de las críticas en 2014. Un supuesto pedido de coima a Acebal, una discusión con el sindicato de Empleados Municipales y una supuesta traición política a Barrera, hicieron que el escribano renuncie a su cargo en enero de 2015, dejando un escándalo político por diversas acusaciones y mantos de sospecha alrededor del intendente.  Hasta Marcelo Martinó denunció a Tobada en la justicia por sus dichos en un comunicado, donde daba a entender de alguna situación de corrupción en el marco de la obra energética. 
Un aire destitúyente se sintió en el mundo político local a mediados de enero, por los que distintos partidos políticos e instituciones salieron a garantizar la gobernabilidad de Barrera hasta el 10 de diciembre de 2015.
Hacia fines de enero Ecoplata volvió a pedir el reconocimiento de mayores costos. No obtuvo respuesta. 
Desde el Concejo Deliberante, por iniciativa de Acebal, se intentó pedir informe sobre pagos millonarios por parte de la municipalidad a Distribuidora Barrera, empresa de la familia del intendente y de la cual él es apoderado legal. Ese pedido no prosperó.  En realidad, el intendente recibió casi 100 pedidos de informe desde el HCD durante su mandato; no contestó ninguno.  
Mabel Llompart denunció públicamente que Barrera y Martinó la extorsionaron para que apruebe la licencia de Adriana Migliorisi a su banca, así podía asumir como secretaria de Gobierno.  Finalmente la licencia nunca se aprobó, por lo que tuvo que renunciar y luego se sumó al equipo de Barrera.
En febrero Barrera recibió a Scioli, donde se elogiaron mutuamente y caminaron juntos por la avenida 3. El intendente el 18F estuvo en el acto de la presidenta y también concurrió al 1M.
Otra salida escandalosa del gabinete fue la del secretario de Turismo Gherlone. El funcionario que la UCI le puso a Barrera, renunció a su cargo luego de desatar un conflicto con los concesionarios de playa.
Marzo, el mes que Barrera había dicho que sería cuando anunciaría si va a ser o no candidato a intendente, fue muy conflictivo. Empezó con una leve lesión en la rodilla, pero que por unas horas hizo pensar que tal vez debía pedir licencia a su cargo; finalmente no pasó. Además, el sindicato de Camioneros le “pidió” que atienda a Gustavo Pereyra por el conflicto con Ecoplata. Muy a su pesar, Barrera tuvo que ceder y prometerles que lo haría (aun no lo hizo).  Por su parte, el concejal Fernando Acebal denunció penalmente al intendente. Es por el depósito de basura en basurales clandestinos por decisión de Barrera. 
A mediados de Marzo le explotó el conflicto más duro que le toca atravesar desde que asumió como intendente: la disputa con Cevige.
No ha sido un año fácil. Fue muy duro, sobre todo para un hombre que es relativamente nuevo en la político, tiene una vida empresarial más que exitosa y no tiene ninguna necesidad de ver su apellido enchastrado en polémicas y denuncias. ¿Será candidato?
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